lunes, 8 de marzo de 2010

Opinión impresionista

Antes que nada disculparme por la tardanza y por el contenido. Es la primera vez que tenía que hacer algo así y me temo que no he sabido hacerlo.



ANA Y LOS LOBOS

Se supone que debo explicar las impresiones que me daba la película mientras la veía. O algo parecido que no sé si llegaré ha conseguir escribir con éxito.
Al comenzar la película supe que aunque fuese horrible, la aguantaría hasta el final gracias a Geraldine Chaplin.
La primera impresión que tuve fue que José no me gustaba, no inspiraba confianza, ni él ni el resto de la familia.

Para las niñas los lobos eran animales salvajes que enterraban muñecas. Al principio pensé que los LOBOS eran esos hermanos tan diferentes en apariencia, y tan iguales en el fondo. Todos queriendo algo de Ana. A medida que fue trascurriendo el argumento, me inquietaba la actitud de ella. Durante las primeras escenas pensaba que era como una esponja, abierta, absorbiéndolo todo. Pero luego dejé de entenderla. ¿Qué quería? No la entendía en absoluto, jugando a ser alguien diferente con cada uno de los hermanos. Entonces pensé que Ana era los LOBOS. Duró poco. Aquellos tres hermanos, encerrados en esa casa, con esa madre. Parecía inevitable que se desarrollasen de esa manera, y así nos lo da a entender Carlos Saura en la penosa escena de las cajas.
La madre empieza a sacar las cajas de recuerdos de los tres hermanos. Cada una conteniendo elementos como sacados de un oráculo que todo lo predice. Juan con una bragas robadas, Jose son lo recuerdo y Fernando con un mortificador infantil. Esa escena me molestó especialmente, parecía una justificación psicológica barata.

“Necesito la soledad” dice Fernando en la cueva, manteniendo la puerta abierta, ¿qué clase de soledad esperaba encontrar si aún no era capaz de cerrar la puerta? Otra cosa que me preguntaba constantemente era de dónde diablos había salido esa intimidad entre Fernando y Ana.

El momento que más me costó tragar (además de ver a Jose lavándose los dientes con el cepillo y la pasta de Ana) fue la levitación de Fernando; a partir de ahí todo se vuelve un poco más surrealista. Sentí rechazo a mi misma, porque Fernando, al principio me resultaba, tierno e inocente, casi simpático. Pero terminó por ser igual de despreciable que el resto de los personajes de la película. Un film difícil de digerir y que no volvería a ver a no ser que me obligasen o algo parecido.

Al final lloré de rabia. Supongo que fue la impresión más fuerte de toda la película, a pesar de llevar esperándolo un rato. Es posible que sea incapaz de acostumbrarme a determinadas formas de conducta humana.

Aunque después de todo esto, me paro, y pienso que la hicieron en España en 1973 y no puedo verla del mismo modo, pero como se trata de explicar las impresiones, eso he hecho.